“Los pecados ocultos de la niñez pueden dejar huellas profundas en nuestras vidas, pero la Biblia nos recuerda que en Cristo hay sanidad y restauración. En Salmos 51:10, el rey David clama: ‘Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.’ Es fundamental reconocer y traer a la luz esos sentimientos y experiencias que nos han marcado. Dios nos invita a confesar nuestras luchas y a buscar Su perdón y sanidad. En 1 Juan 1:9, se nos asegura que ‘si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad.’ No estás solo en esta lucha; busca apoyo en la comunidad de fe y en la Palabra de Dios, porque Él puede transformar tu dolor en testimonio y tu pasado en un futuro lleno de esperanza.”
“Los pecados ocultos de la niñez pueden ser un peso que llevamos en silencio, pero la buena noticia es que Dios nos ofrece un camino hacia la libertad. En Efesios 4:31-32, se nos instruye a despojarnos de toda amargura, ira y malicia, y a ser amables y compasivos unos con otros, perdonándonos como Dios nos perdonó. Es importante reconocer que esos recuerdos y heridas pueden afectar nuestra vida presente, pero en Cristo encontramos la sanidad que necesitamos. En Isaías 61:1, se nos recuerda que el Señor ha enviado a su Hijo para sanar a los quebrantados de corazón y proclamar libertad a los cautivos. No temas abrir tu corazón a Dios y buscar ayuda; Él está listo para restaurarte y guiarte hacia un futuro lleno de esperanza y propósito.”

“Jesús es el único libertador que puede transformar nuestras vidas y liberarnos de las cadenas del pecado y la opresión. En Juan 8:36, se nos dice: ‘Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.’ No importa cuán profundas sean las luchas que enfrentas, Jesús tiene el poder para romper cada atadura y sanar cada herida. Él vino a darnos vida en abundancia (Juan 10:10) y a ofrecernos un nuevo comienzo. Al poner nuestra fe en Él, encontramos la verdadera libertad y la paz que sobrepasa todo entendimiento. Clama a Él hoy y experimenta el poder transformador de Su amor y gracia.”